1956. En la ciudad de Nueva York vivía Cecil Taylor, músico negro de menos de treinta años, pianista innovador en la técnica, compositor-improvisador estudioso de las tradiciones populares y cultas del siglo. Su estilo, que era su invención, ya estaba consolidado. Con la excepción de una media docena de músicos y amigos, nadie sabía lo que estaba haciendo, ni podía hacerse una idea al respecto. ¿Cómo se la habrían hecho? Lo de este joven no cabía en las líneas de lo previsible. En sus manos el piano se transformaba en un método de composición libre, sobre la marcha. Los llamados …

Mi manuscrito, mi primera novela, había llegado a sus manos por intermedio de amigos, él se mostró entusiasta desde el primer momento, nos conocimos, firmamos el contrato, muy sumario y casero, una mera formalidad que no pudo ser más informal, y a partir de ahí la iniciativa quedó en sus manos. Yo nunca antes había tenido tratos con un editor, y ni siquiera había conocido a ninguno. Era por completo inédito, aunque no del todo desconocido; el manuscrito de mi novela había pasado por varias manos y me había hecho una pequeña fama secreta, muy prematura, de joven promesa literaria; …

La vida de Margarita y su padre había sido de una permanente trashumancia. Desarraigados por la tragedia y sus consecuencias penales, perseguido por sus enemigos políticos que no tenían empacho en montarse a la ocasión para difamarlo, y huyendo de los recuerdos dolorosos, el padre había llevado y traído a la hija por el mundo, haciéndole adquirir lenguas y modales, y una sensibilidad a la belleza que le daba su característica claridad de expresión. Los exilios se habían multiplicado y superpuesto. Había momentos, años enteros, en que él mismo no sabía si estaba o no estaba. En los pocos años …

Había oído hablar de naciones indígenas, selváticas, que no construían ni fabricaban nada que no fuera de la más estricta necesidad, y andaban desnudos, a favor de climas benignos. Gente más razonable, evidentemente. Pero no tanto. Porque lo material era apenas la cara visible de una carga mucho mayor, mucho más abrumadora de lo que sugerían las pirámides de piedra. Había otra clase de construcciones y fabricaciones. Por ejemplo los relatos, históricos o mitológicos, o una mezcla de los dos, con los que creían confirmar su condición de seres pensantes. Aunque en su mayoría eran repeticiones inmemoriales, alguien tenía que …

Entre los mendigos pintorescos que tuve ocasión de conocer en mi breve estada, había un hombre mayor, no anciano aunque debía de andarle cerca (era difícil calcularle la edad) al que le faltaba una pierna, la izquierda. La tenía cortada a la mitad del muslo, o un poco más cerca de la ingle. Alguien lo ubicaba en una silla, en una esquina, o entre las puertas de dos restaurantes o en cualquier otro sitio estratégico de mucho movimiento, y ahí se quedaba todo el día. Su método consistía en dirigirse a alguien que pasara, hacerlo detener y acercar como si …