Una verdadera historia de superación de una mujer valiente a la que la vida le pondrá muchas trabas para seguir adelante y deberá tomar decisiones.

Amor, lágrimas y nuevos comienzos en esta nueva novela de Ana I. Martín.

1986. Julia Arroyo tiene 28 años, y en su vida ha tenido que superar la pérdida de sus seres queridos: la muerte de su madre a la que no llegó a conocer, la de sus abuelos y, sobre todo, la de su padre tras una dura enfermedad. A lo que se suma el enterarse de la traición de su novio el día que iba a anunciarle que estaba embarazada, sufrir un aborto y quedarse sin trabajo en el colegio donde daba clases. Por todo ello tendrá que renovar fuerzas y enfrentarse al futuro.

Pero no va a echarse atrás. Alquilará su piso de Madrid y se irá a la casa que heredó de sus abuelos. Está situada en el pueblo donde pasaba las vacaciones, y el feliz recuerdo de aquellos días le dará bríos suficientes para intentarlo. Acondicionará la casa y se dedicará a lo que necesita: una vida tranquila donde leer, estar en contacto con la naturaleza, y, ante todo, sentirse en paz consigo misma. Así mismo, será el marco ideal para realizar la misión que se ha propuesto de recopilar, ordenar y transcribir los manuscritos de su padre: un ensayo sobre los escritores perseguidos por el nazismo que piensa concluir para su publicación.

Llevará una existencia tranquila hasta que dos hombres se cruzan en su camino, y ambos son muy distintos entre sí: su edad, su trabajo, su situación económica y personal, su carácter... Y Julia no quería enamorarse; no entraba en sus planes.

Pero su corazón la obligará a elegir...

La hija del anticuario es el suspense romántico que no te puedes perder.

¿Cómo un licenciado en física que prepara su tesis acaba envuelto en una acusación por robo y haciendo tratos con delincuentes?

Es lo mismo que se pregunta Pablo cuya vida, ya de por sí complicada, da un giro inesperado cuando empieza a trabajar para don Saturnino Esquivel, un catedrático de Historia jubilado.

Pablo tendrá que acostumbrarse al carácter arisco y desconfiado del anciano, también al trato con su hija Celia que no deja de incitarle para que le informe de los movimientos de su padre. El catedrático se comporta de forma extraña desde que su mujer -la hija de un famoso anticuario- murió en un accidente. Pero todo marcha con relativa normalidad hasta que don Saturnino le pide que le acompañe a un viaje del que no debe enterarse a nadie, y menos aún su hija. Un viaje que acabará con don Saturnino en el hospital, y con Pablo inmerso en una complicada trama familiar y la desaparición de un valioso camafeo del que Celia Esquivel le hará responsable.

Es entonces cuando Pablo conoce a Estela, la nieta de don Saturnino, la misma joven que no dejaba de contemplar en la foto que tenía su abuelo sobre la mesa del despacho y por la que se siente atraído. Tanto, que por ella acabará involucrándose más de lo que hubiese imaginado.

La historia de vida de dos hermanas que tendrán que reencontrarse.

Una novela llena de amor, emociones y misterios que habrá que resolver.

Un encuentro en el presente que hará revivir el pasado.

Amelia y Silvia Villena tienen vidas y caracteres muy distintos.

Amelia es tranquila y cerebral, está casada con un arquitecto, tiene un hijo que estudia en la universidad y, tras dedicarse al diseño, ha emprendido una nueva trayectoria como pintora.

Silvia es rebelde y pasional, está soltera, y de sus relaciones solo guarda el agrio sabor del desengaño, junto a una constante indecisión para afrontar su futuro.

Las hermanas no se han visto en mucho tiempo, hasta que la repentina muerte de su padre vuelve a unirlas. Tienen que ocuparse de la casa del pueblo, una propiedad grande, rodeada por un terreno cuyo abandono ha hecho que la vegetación crezca a su antojo. Pero ese no es el motivo por el que la madre de las hermanas ha decidido ponerla a la venta. Ella odia aquel lugar por motivos de los que no quiere hablar, y pide a sus dos hijas que se encarguen de los trámites. Ha encontrado un comprador y su cometido será dejar la vivienda en orden, revisar las pertenencias y gestionar en la notaría el papeleo de la venta.

Pero la tarea no será tan sencilla pues, al llegar al pueblo, Amelia y Silvia se encontrarán con complicaciones que alteraran por completo los planes que había dispuesto su madre. Así mismo, saldrá a la luz un mundo desconocido para ellas, con venganzas, rencores, mentiras... Y un amor que trasciende hacia sus propias vidas.

La protagonista vuelve a su lugar de origen después de muchos años dispuesta a encontrarse de nuevo. Pero el destino tiene otros planes para ella...

Elisa Valverde tiene treinta y dos años y trabaja como profesora de piano. En medio de los trámites de divorcio decide ir al pueblo de su padre a pasar las vacaciones de verano. Hace veinte años que no ha vuelto y apenas recuerda la casa, las calles y el paisaje, y mucho menos las personas con las que va teniendo relación. No obstante, la tranquilidad que pensaba encontrar en medio de aquel mundo rural se complica cuando se interesa por el piano que hay en la casa de la familia Mérida.

Desde que cruza la verja comienza una espiral de atracción y repulsa que remueve los sentimientos que creía apagados para siempre. Manuel Mérida, el hijo del dueño, es un hombre decepcionado que no parece encajar en aquel lugar, y que a Elisa le desconcierta en la misma medida en que le atrae. Los dos vienen de relaciones rotas que quieren olvidar, cada uno de una forma distinta.

El destino les ha hecho coincidir en el espacio y en el tiempo a través de un piano y una antigua partitura que lleva su nombre.

Un reencuentro... Un nuevo comienzo...

Tres matrimonios emprenden un viaje para pasar unos días en un hotel rural. Y con ellos van dos solteros: Andrés y Lidia.

Andrés hace poco que ha regresado de Estados Unidos, donde ha estudiado y trabaja, para participar en un proyecto de investigación. Aunque no solo ha vuelto por motivos laborales, también lo ha hecho al enterarse de que Lidia, su antigua vecina, ha roto con su novio. Andrés siempre estuvo enamorado de ella y piensa que será su oportunidad de hacer lo que nunca se atrevió: declararle a Lidia su amor y que ella lo acepte. Pero no será fácil, sobre todo al estar rodeado de gente, y en especial su cuñado, con el que mantiene una tensa relación.

Lidia, por su parte, no tiene mejores planes y se ha dejado convencer por su hermana para ir a ese viaje. Pero encontrarse con Andrés, del que apenas se acordaba, no es precisamente el mejor de los alicientes pues le hace reavivar episodios del pasado de los que se avergüenza. Sí le ilusiona hacer fotografías, estar en medio de la naturaleza, montar a caballo... y olvidarse de Guillermo de una vez por todas.