Novela corta del género de terror y misterio, La Mujer Alta, terminada de
escribir en agosto de 1881 por Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891), es una de
las típicas narraciones muy del gusto decimonónico, con ambientación de luz de
gas, serenos y calles solitarias, aunando realismo narrativo y prefiguraciones
fantasmales producto del miedo con el halo mistérico de la noche, donde la
mujer desdentada y con un inquietante abanico en la mano, hecha muerte o
espectro en la imaginación del protagonista, es símbolo de augurios funestos.
Profusamente ilustrado. Valoración y estudio técnico sobre el estado de
conservación del Retrato de Juan Ramón Jiménez, de Bonafé, perteneciente a la
colección museográfica de obra pictórica de la Casa-Museo Zenobia y Juan Ramón
Jiménez (Moguer, Huelva). El óleo sobre lienzo es obra del pintor Juan Bonafé
(Lima, 1901 - Las Palmas de Gran Canaria, 1969). Bonafé conoció a Juan Ramón,
al que le unió gran amistad. Su relación es harto conocida, tanto por sus
colaboraciones como por las cartas que se cruzaron, insertas en los
epistolarios de la Universidad puertorriqueña de Río Piedras y en sus
Archivos. Bonafé había …
El novelista Benito Pérez Galdós (1843-1920) publica Gloria en 1877, en plena
diatriba entre anticlericales y fanáticos del catolicismo más acérrimo desde
que llegaran a España, décadas atrás, las teorías monistas y darwinianas. De
temática religiosa, versa sobre el daño que causa la religión en su extrema y
enfermiza concepción.
Cervantes publica sus Novelas Ejemplares en 1613, tres años antes de morir,
entre ellas Las dos doncellas, pequeño y jugoso relato acerca de dos jóvenes y
sus enredos amorosos que, por obra del destino, no desembocan en desafío
mortal. De tipo idealista, se compone de personajes de la época dotados con
predecibles virtudes y defectos.
Ternura, emoción y sutileza impregnan cada página de este universal libro de
estampas, que recrea, a modo de diario intemporal no autobiográfico, las
impresiones, la visión lírica, el estro sensible surgidos entre un poeta y su
confidente el burrillo Platero, al que hace protagonista literario -el otro
'yo'- de su universo interior. Juan Ramón Jiménez, escritor de pincel, mezcla
en su paleta los colores del recuerdo, donde la realidad es mínima parte de
las sensaciones, ingrávidas, gozosas, que sostienen la arquitectura de los
sentimientos, y los dispone, en maravillosas tonalidades, sobre el lienzo de
la existencia, vivida, soñada o recreada. …
La novela Miau, de Benito Pérez Galdós (1843-1920), vio la luz en Madrid
(Imprenta de La Guirnalda) en 1888. La trama, que se desarrolla en la España
del último tercio del siglo XIX, tiene plena vigencia, al plantear el influjo
de la política en el mundo del trabajo, o, mejor dicho, de qué manera
favorece, a pesar la incompetencia para ocupar cargos públicos, arrimarse a la
política imperante como medio para medrar en sociedad, mientras que la miseria
acecha a todo aquél que, sin capacidad aduladora o arribista, se mantiene
crítico con el sistema.
_Poesía (en verso)_, publicado en 1923, es el resultado de parte de la obra
lírica (15 títulos) escrita por Juan Ramón Jiménez desde 1917 hasta entonces.
Englobada en su etapa 'intelectual', el autor somete al lenguaje a la pureza
de formas y ritmos para que la belleza se muestre en su plenitud, despejada,
libre de postizos; el estilo fluya libre y las cosas, podadas intensamente,
aparezcan en su aspecto concreto más sutil dentro de la abstracción metafísica
que supone juntar letras que imiten al sonido interior. Libro esencial, previo
a las concepciones metamórficas que siguieron, sumidas bajo el concepto de
Impresas en Zaragoza, por Pedro Vergés, en 1637, las Aventuras del bachiller
Trapaza constituyen, tal vez, uno de los relatos más autobiográficos del
vallisoletano Antonio de Castillo Solórzano (1584-1648?), autor del Siglo de
Oro español, al que se deben algunos libros con la picaresca de fondo, que
pudo conocer muy bien, aunque sin llegar al mundo del hampa, a tenor de los
altibajos de su fortuna, nunca pujante, y a la necesidad de apoyo (en especial
del marqués de los Vélez) para sobrevivir en la dura profesión literaria.
Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) exhibe en sus Leyendas (1861-1864) una
imaginación desbordante y un profundo amor por la Naturaleza inmarcesible y
por las cosas que, de sencillas e íntimas, pasan desapercibidas; también por
los mundos inefables, de ultratumba, imaginarios y a veces terroríficos. Tras
su muerte, estos relatos (agrupados en un volumen en 1871 junto a su
producción poética, se convirtieron en monumentos de la narrativa posromántica
en castellano.
Con prólogo del duque de Rivas, La familia de Alvareda (Madrid, 1856; la
primera novela escrita por su autora según Latour) colocó a Fernán Caballero,
seudónimo de Celia Böhl de Faber y Larrea (1796-1877), en los primeros puestos
de la novelística española decimonónica, en sana competencia con sus
cultivadores del sexo opuesto. Antes que situar la trama en los salones
pedantes donde la autora estaba, por nacimiento y nupcias, llamada a
desenvolverse, escoge un ambiente netamente rural donde desarrollar las
escenas, costumbristas y realistas, alejadas de cualquier sofisticación y
sometidas a rigores atávicos. Sus personajes, como imagen de la España
Fernán Caballero (1796-1877), seudónimo de Cecilia Böhl de Faber y Larrea,
publica La Gaviota en 1849, si bien la reedición de 1868 (Imprenta de F. A.
Brockhaus) tuvo mayor repercusión. Se trata de una novela de costumbres que no
desecha ocasión para introducir locuciones proverbiales, cuentos, términos
comparativos y cuantas creaciones se deben al genio popular, muy del gusto de
la autora. Esto, unido al tema en sí, donde tampoco falta la tan hispana
relación amorosadel torero y la cantante, hacen del relato un género novelesco
que anuncia, como precedente, el realismo. Los contrastes (Madrid/Sevilla-
Villamar, un pueblecito costero andaluz …
El novelista Pedro Antonio de Alarcón y Ariza (1833-1891) fue uno de los más
destacados autores del romanticismo español de entronque realista. Con la
novela corta El sombrero de tres picos, publicada en 1874, alcanzó el cenit de
su carrera literaria, narrando, con virtuosa ironía, el paso del Antiguo al
Nuevo Régimen simbolizado por un sombrero de tres canales o aguas frente al
más distinguido de copa que terminaría por imponerse no sólo como moda
suntuaria.
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